Ironía

Quisiera castigarte: enterrarte lejos del deseo de mi boca, del reflejo de nuestros ojos, del roce de tus palabras... hasta que fueras ajeno a mí. Quisiera castigarte: y camino sola, sin darme cuenta de que, alejándome, soy yo la que padece la tortura.

Siempre pasa un tren

Cada atardecer caminaba hasta la vieja estación y esperaba junto a las vías. Esperaba en el andén, aguardaba una señal mágica, única, reservada para ella. Esperaba su llegada, tranquila, segura de sí misma, recordando las  palabras que un día le dijera su madre, cuando aún era niña: "No tengas prisa por nada, hija, que por las vías siempre pasa un tren...". Y por ese sabio consejo maternal, ella esperaba, confiada, la venida del tren que habría de sacarla de aquel lugar, un transporte salvador que le estaba destinado desde los lejanos tiempos sin nombre. Esperaba sin importarle el susurro de su  soledad, sin preocuparse por los nubarrones que en las tardes de otoño prometían noches de tormenta. Sin miedo, sin dudas. Sin pensar que por aquellas oxidadas vías, hacía más de treinta años que no pasaba un solo tren.

Ex-pasado

Siento nostalgia de un ex-pasado. De un ayer no sucedido; de un día que no atardece porque jamás amaneció.  Tengo ganas de que me hagan fotos en blanco y negro. O color sepia -esas sin duda son las mejores-. Vestida de colores o con trajes desteñidos y antiguos, o con faldas de lunares y pañuelos en la cabeza y gafas de sol; quiero disfrazarme de mujer bella, adornada con sombreros imposibles y rodeada de viejas maletas de piel, de libros con aroma a páginas repletas de verdad o de sueños ajenos, que son tan propios como esta ensoñación. Escrituras de las que nadie se preocupa ya. Quisiera ser escritura escondida en un viejo baúl situado en lo alto de un desván. Anhelo tener esas fotos, aquellas que nunca me hicieron. Y de que sus imágenes parezcan recuerdos lejanos y maravillosos... y que yo misma lo sea.

Ya no digas
que mis labios son el cielo,
que mis ojos un abismo,
que para ti soy lo primero.
No lamentes ya mis penas,
que sin mí nada es lo mismo,
que a mi lado ya regresas.
No me digas
que me quieres,
que si paro, tú me esperas
no me pidas que me entrego,
no me adores ni me inventes.
No preguntes si te quiero,
no despiertes si me sueñes,
no me mientas, que te creo.